Después del rico desayuno en el Riad dar Tamlil,
caminamos hasta la plaza Djem el Fna, donde regateamos con un amigable
taxista para que nos acercara hasta la zona moderna de Marrakech, y
localizar la oficina Buget, donde teníamos reserva para un coche desde
casa.
Llegamos como una hora antes al Rent a Car, pero con toda
amabilidad nos proporcionaron el coche.
Como habíamos supuesto, un coche diferente al que habíamos elegido desde casa, pero sin duda habíamos ganado con el cambio.
Un nuevísimo Peugeot 206 diesel, que resultó, cómodo a pesar de su reducido tamaño y muy económico en cuanto al consumo.
Como habíamos supuesto, un coche diferente al que habíamos elegido desde casa, pero sin duda habíamos ganado con el cambio.
Un nuevísimo Peugeot 206 diesel, que resultó, cómodo a pesar de su reducido tamaño y muy económico en cuanto al consumo.
Sin dificultad, a pesar del desordenado tráfico, conseguimos
la salida en dirección a Ouarzarzate,
y justo antes de salir del todo de Marrakech,
encontramos una superficie comercial llamada El Metro, donde paramos para avituallarnos de bebidas y algunas
chucherías para el camino. Curiosamente, el hipermercado, estaba repleto de
marcas españolas, y como no, las más baratas las de origen marroquí.
Desde que proseguimos el camino, nos encontramos con un
clima de tranquilidad que no habíamos sentido hasta ahora.
A los márgenes del camino, no había sino campos cultivables, salpicados por alguna que otra casa de aspecto humilde, y de tanto en tanto, algún pueblo.
A los márgenes del camino, no había sino campos cultivables, salpicados por alguna que otra casa de aspecto humilde, y de tanto en tanto, algún pueblo.
Cuando te aproximas a un pueblo, tanto a la entrada como a su
salida, suele haber un control policial precedido por un radar móvil colocado
sobre un trípode. Por lo que aconsejamos ser precavidos con la velocidad.
Además, las carreteras, no es que estén en condiciones como para ir a demasiada velocidad, a pesar de que no están tan mal como nos habían comentado los amigos que habían visitado el país años atrás, por lo que es de suponer que se ha invertido en mejorar la red.
Muchas son las anécdotas que nos habían contado acerca de pequeños timos de la policía a los turistas, y a pesar de que es verdad que te miran y remiran, tanto que te acaban intimidando un poco, por lo menos a nosotros dos, nunca nos pararon salvo una sola vez, y fue para ayudarnos, y tenemos una anécdota divertidísima con toda una patrulla en Casablanca, a la que ya llegaremos a su momento.
Además, las carreteras, no es que estén en condiciones como para ir a demasiada velocidad, a pesar de que no están tan mal como nos habían comentado los amigos que habían visitado el país años atrás, por lo que es de suponer que se ha invertido en mejorar la red.
Muchas son las anécdotas que nos habían contado acerca de pequeños timos de la policía a los turistas, y a pesar de que es verdad que te miran y remiran, tanto que te acaban intimidando un poco, por lo menos a nosotros dos, nunca nos pararon salvo una sola vez, y fue para ayudarnos, y tenemos una anécdota divertidísima con toda una patrulla en Casablanca, a la que ya llegaremos a su momento.
Una cosa que verdaderamente llama la atención, es que a
pesar de que te puedas encontrar en una carretera en la que a sus márgenes no
haya nada de nada, y dé sensación de absoluta soledad, siempre aparece alguien en
el lugar que menos te imaginas, lo que te hace preguntarte constantemente, qué
hace esa persona allí, cómo diablos ha llegado hasta allí, y hacia dónde
demonios va.
Cruzamos el nombrado puerto de montaña de Tizi-n-Tichka, de unos 2.260 metros de altitud,
donde la nieve nos acompañó un buen rato entre bonitos paisajes, hasta que comenzamos
a descender para ir aproximándonos a nuestro primer objetivo, Ait Ben Haddou.
Durante esa parte del viaje, durante unos días, nos fuimos
tropezando con dos motoristas que venían haciendo una ruta parecida a la
nuestra, y a la salida de uno de los pueblos de esa carretera de montaña, tanto
ellos como nosotros, nos llevamos un pequeño susto con uno de esos imbéciles
que te encuentras en todas las partes del mundo, que subestiman la inteligencia
de los turistas y que creen que situaciones como éstas, no se nos repiten
constantemente a los viajeros, y claro, los que vamos siendo un poco veteranos
en estas lides, ya no picamos.
Este idiota, nos había adelantado a toda velocidad unos kilómetros atrás, tanto a nosotros, como a los motoristas, que nos seguían. En una de las curvas cerradas de la carretera, nos lo encontramos, con el capó de su coche levantado, simulando una avería, y haciéndonos señales plantado justo en medio de la carretera, por lo que por lo imprevisto de la situación, casi lo atropellamos. Lo esquivamos con un “volantazo”, y como nosotros no paramos, lo intentó con los motoristas, a los que casi tira de la moto con el susto, pero aparte de lanzarle algún improperio, siguiendo nuestro ejemplo, también siguieron con su camino y no se detuvieron.
Mirando hacia atrás, divisamos al “idiota” cerrando su capó, y subiendo a su coche reanudando su marcha.
Estamos seguros de que no era un tipo peligroso, solamente un vendedor de alguna chorrada, pero es que con su ansia de endosarnos algo, puso en peligro su vida, y la nuestra.
Este idiota, nos había adelantado a toda velocidad unos kilómetros atrás, tanto a nosotros, como a los motoristas, que nos seguían. En una de las curvas cerradas de la carretera, nos lo encontramos, con el capó de su coche levantado, simulando una avería, y haciéndonos señales plantado justo en medio de la carretera, por lo que por lo imprevisto de la situación, casi lo atropellamos. Lo esquivamos con un “volantazo”, y como nosotros no paramos, lo intentó con los motoristas, a los que casi tira de la moto con el susto, pero aparte de lanzarle algún improperio, siguiendo nuestro ejemplo, también siguieron con su camino y no se detuvieron.
Mirando hacia atrás, divisamos al “idiota” cerrando su capó, y subiendo a su coche reanudando su marcha.
Estamos seguros de que no era un tipo peligroso, solamente un vendedor de alguna chorrada, pero es que con su ansia de endosarnos algo, puso en peligro su vida, y la nuestra.
Dando alguna vuelta de más, culpa de las confusas
señales, que primero nos condujeron a una pista de tierra en malas condiciones
que tuvimos que desandar, llegamos por fin a la famosa Kasbah de Ait Ben Haddou, uno de los Patrimonios de la Humanidad.
Todo el mundo pretende cobrarte una entrada por pasar a la Kasbah, pero no hay que pagar nada a
nadie.
Lo más fácil, es llegar hasta el último hotel de la carretera, el Hotel Oksar, y a mano derecha
encontrarás un cartelito que indica el camino de entrada a la Kasbah.
Eso sí, el camino parte justo al lado de un garaje, donde sus habitantes te van a estar dando la “tabarra” para que les compres algo, de una manera muy simpática eso sí, pero que si no te andas con ojo, te entretendrán un buen rato.
Ese camino, discurre entre las casas de los habitantes del lugar, y todos, absolutamente todos, algunos incluso disfrazados con pañuelos azules tuaregs, te van a estar llamando para que les compres alguna chatarrita.
Caso omiso hasta llegar al puente que cruza el riachuelo que conduce directamente al bonito conjunto arquitectónico de adobe.
Eso sí, el camino parte justo al lado de un garaje, donde sus habitantes te van a estar dando la “tabarra” para que les compres algo, de una manera muy simpática eso sí, pero que si no te andas con ojo, te entretendrán un buen rato.
Ese camino, discurre entre las casas de los habitantes del lugar, y todos, absolutamente todos, algunos incluso disfrazados con pañuelos azules tuaregs, te van a estar llamando para que les compres alguna chatarrita.
Caso omiso hasta llegar al puente que cruza el riachuelo que conduce directamente al bonito conjunto arquitectónico de adobe.
El camino de subida, también está lleno de puestitos de jóvenes
y simpáticos vendedores, que te reclamarán, a cada cual más gracioso, y que hay
que intentar que te retengan el menor tiempo posible, pues hablan mucho. Uno de
ellos, Samuel, nos volvió locos para
que nos alojásemos en el hotel de “su primo”, incluso para que cenásemos en su
casa, y aunque en broma (y por quitárnoslo de encima) aceptamos, nos hizo
darnos cuenta de que estaba anocheciendo y que tendríamos que buscar
alojamiento en la zona sí o sí.
Al llegar a lo más alto de la Kasbah de Ait Ben Haddou, disfrutamos de una espectacular puesta de sol, que
tintó aún más de tonos rojizos a la ya de por sí roja arena de Marruecos.
Al descender, entramos en el Hotel Oksar para conseguir una habitación, y allí nos atendió el
simpatiquísimo y sonriente Hammir,
con quién llegamos a un acuerdo de 200DH por una bonita habitación con desayuno,
después de un rato de negociaciones. Después de llegar a un acuerdo, nos invitó
a un té en la terraza del hotelito, que saboreamos y disfrutamos ya a oscuras, de
una espectacular noche estrellada…y fría.
Interiores de la kashbah de Taurit. |
A la mañana siguiente, después de tomar el desayuno en la
terraza, partimos tranquilamente, haciendo paradas en cada rincón que nos
apetecía, hasta que llegamos a Ouarzarzate.
Ouarzarzate es una ciudad de cierto tamaño con una avenida grande de entrada y salida.
A la entrada de la ciudad, nos tropezamos a mano izquierda con la entrada de los famosísimos estudios de cine, con sus esfinges y pirámides de pega en la entrada, pero hicimos caso omiso de ellos, y continuamos hasta la principal atracción del lugar, la Kasbah de Taurit, que encontramos sin ninguna dificultad.
La entrada fue de 20 DH por persona, y en el patio interior,
unos cuantos “guías” locales, se ofrecen para conducirte por el laberinto que
es la Kasbah en sí, con la buena excusa
de que si no los contratas, no entenderás lo que verás.
Nosotros nos negamos, y con nuestra guía en mano, vimos y entendimos lo que pudimos, que para nosotros dos fue más que suficiente.
Nosotros nos negamos, y con nuestra guía en mano, vimos y entendimos lo que pudimos, que para nosotros dos fue más que suficiente.
La kasbah de Taurit, está muy bien conservada, pero a nosotros, lo que nos llamó de verdad la atención fue la parte trasera del complejo, donde hay un par de calles donde aún vive gente en las casas de adobe, así que salimos y paseamos un rato por las calles del complejo antes de volvernos a la carretera para retomar nuestra ruta por la carretera N10.
Este tramo de carretera es lo que se conoce como la ruta de las 1000 kasbahs, aunque a
nosotros ver tanta casa de adobe en ruina, no nos pareció tan interesante como
la fama que la precede.
Tomamos el desvío de las gargantas del Dades, donde sí que nos encontramos con unos
espectaculares paisajes.
Recorrimos con calma, parando en cada mirador y admirando el
valle del Dades, y cruzamos las
gargantas.
Después de un almuerzo-merienda a base de nuestras provisiones, en el aparcamiento de un hotelito que se sitúa a la salida de las gargantas, desandamos el camino despacio, para volver a la N10 y continuar hasta la ciudad de Tinerhir, donde en un principio habíamos calculado que tendríamos que pasar la noche.
Después de un almuerzo-merienda a base de nuestras provisiones, en el aparcamiento de un hotelito que se sitúa a la salida de las gargantas, desandamos el camino despacio, para volver a la N10 y continuar hasta la ciudad de Tinerhir, donde en un principio habíamos calculado que tendríamos que pasar la noche.
Al llegar a la caótica ciudad de Tinerhir localizamos un hotelito de carretera nombrado en la guía y
por otros blogueros viajeros, pero como aún no había oscurecido, decidimos
continuar un poco más y luego volver, para antes localizar las otras gargantas
famosas de la zona que iríamos a visitar al día siguiente, las gargantas del
Todra, y contemplar el valle de
Tinerhir desde el mirador indicado en la guía.
Encontramos mucho tráfico y mucho más bullicio de personas en los márgenes de la maltrecha carretera que nos sacó de Tinerhir, y a mucho camellero con sus animales a la espera de los autobuses de turistas que paraban por allí para que éstos fotografiasen el panorama del oasis del Tinerhir, que desde allí se puede contemplar.
Descubrimos que las
gargantas del Todra estaban
realmente cerca, y que había una gran cantidad de hoteles-campings de camino,
así que decidimos hacer unas cuantas paradas para preguntar precios. Como de
costumbre, nos escandalizamos un poco con lo caro del alojamiento aquí, hasta
que paramos en el Hotel Solei, donde
decidimos hacer la última intentona, antes de volver a Tinerhir a por el hotel económico.
Nos atendió un simpático joven llamado Jamaal, que hablaba un buen inglés, y después de un duro regateo,
conseguimos una sencilla habitación por un fantástico precio de 300 DH, ¡con
cena y desayuno incluidos! La anécdota
fue, que cuando iba a meter el coche en el aparcamiento del hotel, atropellé
sin querer a uno de los gatitos del muchacho, el pobrecito, se había metido
debajo del motor en busca del calorcito.
Durante la cena, unos deliciosos tajines de carne, Jamaal
se nos sentó a la mesa y conversamos con él sobre lo que iríamos a hacer los próximos
días. Cuando le contamos que lo más próximo en nuestro camino sería llegar al
desierto, rápidamente contactó con un “primo” suyo por teléfono, dueño de un
hotel en Mezourga, el Nasser Palace, que hablaba español y me
lo pasó para que reservásemos una jaima en las dunas y unos camellos para
llegar a ella. En principio habíamos llegado a un acuerdo por unos 400DH cada
uno, y todo parecía de muy “buen rollo”, tanto que Marijose, le regaló a Jamaal
gran parte de nuestro botiquín, porque éste nos había enseñado un corte muy
feo en la mano, hecho con un cuchillo en la cocina, y se encontraba un poco
febril. Pero cuando nos íbamos y la cama, acabada ya la cena, que habíamos
acompañado con una botella de vino de Menkes
comprada en el hipermercado de Marrakech,
la cosa cambió.
Vistas al oasis de Tinerhir. |
De repente, Jammal,
nos informa de que el precio de la habitación era de 300 DH, ¡pero por cada uno!,
a lo que le constesté que ni de broma. Lo que habíamos hablado era por la
habitación y no por persona. El muchacho, me contestó entonces que es que su
jefe le había dicho que si no le pagábamos 400DH, la diferencia la tendría que
pagar él por no haber regateado bien… - Mira Jamaal, ese es tu problema, tú llamaste a tu jefe delante de
nosotros cuando regateábamos… - le contesté secamente, pero sin ser maleducado -
Ahora mismo te doy los 300DH que hablamos y le dices a tu jefe que venga a
hablar conmigo si quiere, que tiene el hotel vacío y por lo menos hoy va a
ganar 300DH… - y no era mentira, en el
hotel no había nadie más, salvo una caravana de alemanes en el parquing, y
éstos, no consumían nada.
No sabemos si era verdad o mentira lo que él nos decía. A lo
mejor, le habíamos bajado tanto el precio que al final habían perdido dinero.
Si uno mira las cosas bien, una buena cena, un desayuno y una habitación sencillita
por 30€ no está mal en España, pero
hay que recordar que en Marruecos el
alojamiento nos resultó bastante caro para la relación calidad-precio. Fuera
como fuera, nos mantuvimos firmes y no le pagamos más de lo que habíamos
convenido. Sí que le dimos una buena propinita al muchacho a la mañana
siguiente, después del desayuno, antes de irnos, y por supuesto, no le dimos
nada de dinero por lo que habíamos hablado con su “primo”, el supuesto dueño
del hotel Nasser Palace.
Nuestro resumen de 88 fotografías de la ruta de las 1000 Kasbahs.
Nuestro resumen de 88 fotografías de la ruta de las 1000 Kasbahs.
Tweet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario